“Defend, conserve, protect.”
Estuve casi tres meses viviendo en un barco de la flota Sea Shepherd, en Operación Milagro V, una misión activa por proteger al mamífero marino en mayor peligro de extinción: la vaquita marina.
La situación resumida es esta:
- Quedan menos de 30 vaquitas marinas en el mundo (solo habitan en el Mar de Cortés).
- Habitan en el mismo mar que un pez llamado totoaba, que TAMBIÉN está en peligro de extinción.
- La Presidencia mexicana delimitó ciertas coordenadas en el mar abierto como el Refugio de la Vaquita, en donde hoy está prohibido pescar. Esto es cerca de la costa de San Felipe, Baja California, un pueblo que se creó justamente por la pesca, igual que Puerto Peñasco y el Golfo de Santa Clara (los principales pueblos de pesca en el Mar de Cortés).
El problema resumido es este:
- El totoaba y la vaquita miden y pesan más o menos lo mismo.
- En China hay una demanda altísima por la vejiga del pez totoaba.
- Las redes hechas para pescar totoaba son puestas en el mar y la vaquita muere dentro de ellas, como bycatch o daño colateral, aunque no estén hechas para ellas. (Ninguna red de pesca discrimina; simplemente arrasa con todo lo que puede.)
- El bycatch es cuando una red agarra otra especie sin que esa sea su presa intencional y esto pasa en todos lados menos en granjas de pesca. Y en números: por cada kilo que un barco de atún necesite, se lleva otros CINCO por accidente. Cada que un barco quiere pescar atún, por ejemplo, y tira una red, también se va a llevar entre las patas a delfines, tiburones, ballenas, mantarrayas, lobos marinos, y la lista sigue, y sigue, y sigue…
Aquí se pone MUY loco el asunto:
- Como es ilegal pescar dentro del refugio de la vaquita, el pez totoaba se pesca ilegalmente.
- La vejiga de este pez se vende en el mercado negro en China por MILES de dólares (le dicen la cocaína del mar por el precio y se supone que tiene propiedades curativas y afrodisiacas pero es igual de cierto eso que el cuerno de rinoceronte, o sea, nada cierto.)
- Hay muchas señales de que el narco está metido en esto y exportan a Los Ángeles para luego mandar a China.
Te doy un segundo para que proceses todo eso. Impresionante, ¿no? Parece de película.
Bueno, sigamos.
¿Por qué no las intentan reproducir en cautiverio? te estarás preguntando. Ya se intentó y fue un fiasco. La vaquita es una especie sumamente tímida, estresada fácilmente y sensible. No es como un delfín que se acerca a la proa del barco, juega, brinca y echa relajo. Hace unos años se hizo un programa llamado Vaquita CPR que quería tomar un par de su hábitat natural para poderlas cruzar y aumentar su número pero no funcionó y dos vaquitas murieron. Fue una catástrofe y un esfuerzo con buenas intenciones pero con un final triste. De hecho todavía se pueden ver las instalaciones ahora abandonadas en la costa de San Felipe y pasábamos por ahí diario.
Ahora, yo fui el documentalista del barco y mi función esos meses fue hacer foto y video de todo.
El barco se llama The Farley Mowat y estaba tripulado por personas de edades, intereses y nacionalidades diferentes.
Un capitán escocés, una restaurantera canadiense, muchos marineros… algunos más metidos en la onda de la conservación y otros buscando también experiencia en el mar. Al final del día todos teníamos la misma misión y nuestro trabajo diario iba al mismo lado.
Ahora, ¿cómo proteges a estas especies? ¿Qué hacíamos todos los días?
Sea Shepherd solo tiene autorización de hacer una cosa en aguas mexicanas: sacar redes del mar.
Cualquier red dentro del Refugio = ilegal = la sacamos.
Para detectarlas, el barco tiene un sistema sonar que le permite ver qué hay debajo de la superficie y poder analizar si es un animal, un arrecife, o justamente una red.
Como segundo método usábamos un tipo de gancho de metal que amarrábamos con una cuerda a la popa y la arrastrábamos por debajo del agua. Imagínate una wakeboard pero bajo agua. En cuanto este gancho se atora con una red, se suelta del barco y caen unas boyas marcando la ubicación. Damos vuelta en U y la sacamos. Algo así es el proceso de sacar una:
Las redes miden BASTANTE. Es surreal como la tripulación jalaba y jalaba mientras se hacía un montón en el deck y seguía saliendo red. Nunca pensé que fueran TAN grandes y que fueran capaces de causar tanto daño, como que en ningún momento de mi vida me hice esas preguntas y fue muy interesante estar en primera persona como testigo de estos y otros eventos en el barco.
El día más cabrón y traumante para mí fue este:
No dejaron de salir animales. Uno tras otro. Impresionante. Veía a uno morir y luego a otro, sin poder ayudar a liberarlos porque mi trabajo era documentar. El estrés de sacar una red del mar, siempre con la posibilidad de que encuentres animales atrapados, es gigante y no te lo puedo explicar con palabras.
Durante este tiempo hice muchas fotos y videos que se estuvieron compartiendo en las redes sociales del barco y de la organización. Unos que te recomiendo para que puedas ver más la vida diaria son estos “Video Updates”:
Y si quieres ver más, aquí están todos los que se han hecho.
Es una situación bien complicada y nunca pensé que hubieran tantas cosas involucradas en un problema, ¿sabes? El narco, el mercado negro chino, la pesca ilegal, el gobierno, puff. Es un lío.
Cuando alguien me pregunta de mi experiencia siento que lo hace pensando que estuve en un crucero y que todo fue mágico. Subí poco a redes sociales pero no solo compartí lo bonito porque pasó mucho más que eso. Estuve más de 80 días ahí. No está fácil vivir en un barco con +15 personas, sin espacio personal, sin mucho descanso, en una misión estresante, reportando pangas ilegales a la Marina, capturando animales muertos y navegando casi diario con los nervios de encontrar una red y al mismo tiempo de no encontrarla. Con la paranoia y cuidado de que muchos locales le tienen odio y confusión a la ONG y que por ende los voluntarios no podíamos salir de la marina. La libertad ahí era otra, igual que el aire que se respiraba. Mi cabeza estuvo en Saturno y Júpiter las primeras semanas; ni aquí, ni allá, adaptándome… después pude calmarme y aceptar que mi vida en ese preciso momento estaba ahí, en ese edificio flotante de tres pisos, con puro loco chido de todas partes, poniendo la vida y la existencia de otra especie antes que la mía. De verdad me comprometí con eso. Me metí en el papel. Me lo creí. Me lo creí porque era cierto. A eso me fui, a cuidar una especie y un mar que no tiene voz y que está siendo sobre explotado.
Estuvo rudo, no te voy a mentir. Casi guacareo el primer día, estuve frustrado, enojado y me cuestioné mucho qué hacía ahí más seguido de lo que me hubiera gustado. Pero también tuve días muy buenos, hice grandes amistades, hice ejercicio en el muelle, me eché muchos clavados del barco acabando días de trabajo (le perdí el miedo al mortal para atrás el primer día), comí puras delicias veganas todos los días (todos los barcos de Sea Shepherd son veganos), aprendí mucho mucho mucho, y más que nada me comprobé a mí mismo que yo puedo ser parte de un cambio: que hay mucha gente valiente tratando de mejorar las cosas y que siempre empiezan por ellos mismos. Creo que esto es de lo más importante que tengo en mi cabeza hoy; que no nos creemos el poder que tenemos si actuamos todos en conjunto. Moveríamos montañas.
Movámoslas.
Me fui porque hoy, 7 de enero del 2019, también creo fielmente en intentar proteger a los vulnerables y a ensuciarme las manos haciéndolo para crear un mundo mejor. Y es que no es utópico. Me cansé de ver cómo parece que el mundo se va a la mierda y lo único que hacemos es verlo atrás de nuestras pantallas. Luego te escribo de algunas maneras que creo que podemos darle la vuelta al asunto y hacer que pasen cosas lindas. No todo está perdido, yo digo. Me estoy desviando un poco de tema pero al final todo está conectado.
Si sigues aquí, ya casi termino, te prometo. Pero me costó escoger qué contarte y qué no, porque pasaron miles de cosas y sentí/vi/escuché/viví otras cuantas.
¿Cómo puedes ayudar a este problemón? Primero que nada, el barco y su tripulación sigue trabajando ahí ahorita mismo y seguirá, entonces la primer manera es voluntariando en Sea Shepherd. Siempre necesitan manos y no hace falta experiencia en altamar ni mucho menos. Si se te antoja, hazlo. No esperes la aprobación ni el permiso de nadie. Si no puedes donar tiempo, puedes donar dinero a la organización aquí y cada peso sirve para la operación ya que no es nada barato tener un barco en el agua. Puedes también hablar del problema, enseñarle la labor de Sea Shepherd a amigos y familia, educar a más gente, esparcir el mensaje, compartir videos y este artículo si quieres.
Con mis modos de hoy te diría que no apoyaras/fondearas la pesca de ningún tipo, porque he visto una parte real del daño grande (ambiental y sufrimiento animal) que causa y me he dado cuenta de lo innecesario que es, pero puede que esa no te parezca una opción viable todavía, y eso también se respeta en este blog.
Lo que sí es que algunos amigos y conocidos han visto que restaurantes en la CDMX venden totoaba y han alzado la voz. En lo personal me parece una falta de tacto y creo que lo mínimo que podemos hacer es rehusarnos a consumirla, sea o no de “granja”. Que se normalice su consumo, estando en peligro de extinción y siendo parte de esta crisis animal, se me hace una pésima movida. Los restaurantes muchas veces no saben el problema que hay en el mar entonces también es bueno decirles y no quedarnos callados. Update: Restaurantes en la CDMX que lamentablemente sirven totoaba: Ikigai, La Buena Barra, Mochomos, Ginza.
Si quieres ver un docu increíble, bien hecho y al grano para informarte más, pícale aquí, es de CNN.
¿Me creerías si te digo que fue una de las mejores experiencias de mi larga pero corta vida? ¿Te animarías si te digo que podría ser de las mejores que tengas tú?
Sea cual sea tu respuesta, te doy las gracias por leerme. Siempre lo hago y siempre lo digo de corazón.
¡Un abrazo de pirata!
Fon ?.
Todas las otras fotos y videos fueron hechos por mí y son propiedad de Sea Shepherd Conservation Society. Hay más material en mi Instagram que puedes ver.