En estos 11 días me acordé de por qué es tan importante viajar. De por qué es tan sano y necesario. Se me había olvidado el sentimiento de desconectarme con mis preocupaciones del pasado y futuro para conectarme con el presente.
Dejé a un lado la pena, platiqué con extraños y con la misma gente de mi grupo. Con atención y con calma. Nadé, corrí, hice burpees con Cheko, tomé nota, dibujé, madrugué y más que nada disfruté.
Me atrevo a decir que este viaje es de los mejores que he hecho. Sin duda es de los que más cariño le tengo. Hazlo si tienes la oportunidad porque vale demasiado la pena. (Creo que siempre digo algo así de todos mis viajes, y creo también que es una buena señal)
Voy a escribir poco porque hay HARTAS fotos, que te comparto con todo el gusto de este mundo. Tomé un total de 532 fotos y me quedé con 79. ¡Editar NO es fácil!
Te dejo una playlist de mi cuate Yørgos para escuchar mientras.
Te presento a mi compañía de viaje con el retrato favorito de cada uno:
Aterrizamos en La Paz y rentamos un coche. Este coche:
El blanco. El otro era el coche de un gringo loco que se había quedado a vivir en Baja.
Desde el principio me clavé con las vistas. Siempre hay montañas, mar y desierto, cosa que rara vez había visto en un mismo lugar. El primer día lo pasamos en Balandra, una playa que no importa cuánto camines hacia adentro del mar, el agua nunca te va a llegar ni a la cadera.
Así es, acabas de ver a un señor con su carrito de helados paseando por las aguas.
En Balandra hay unas montañitas ideales para trepar y ver el atardecer. Eso hicimos.
Fuimos a Todos Santos y a una playa de surf por ahí que se llama Cerritos. Tomé una clase y estuvo re bien. Todos Santos está lindo lindo lindo.
Chachareamos, paseamos por sus calles principales y luego fuimos a un restaurante farm to table impecable, donde todo lo que te servían lo cosechaban ahí. Ve:
Aquí le dije a Paf: “¡PAF, CÓRRELE Y PONTE AHÍ!
Exploramos playas no tan conocidas y después de preguntarle a varios locales, llegamos a esta belleza. Me picó una abeja en el dedo pero fuera de eso todo en orden. Habían unas 5 o 6 personas más en toda la playa, así que la tuvimos casi toda para nosotros.
Esa noche acampamos en otra playa. Prendimos una fogata, cenamos hot dogs, smores y pusimos música hasta que se nos acabó la leña.
Pasamos por otra playa, Punta Lobos, en donde pescadores organizan lo que consiguieron en el día y lo mandan a diferentes restaurantes y estados cercanos. Filetean todo y después regresan al mar lo que ya no les sirve.
Le tomé una foto bien chula a Fer aka Cari.
Hicimos una caminata de dos días en la sierra. Fue tal cosa que haré un post exclusivamente de eso muy pronto.
Llegó Marru ? y nos agrupamos en San José. Me tomé una foto en el reflejo de la Farmacia Drug Store JOYCE.
Salimos a buscar tiburones en el mar abierto con los picudos de Pelagic Safari. (Si no conoces la impresionante labor que hacen por conservar el océano y educar al público, pícale aquí.)
Paramos el barco en la mitad de la nada. Llegó el primer tiburón y brincamos al mar sin pensarlo dos veces.
Volteé para abajo y lo vi a los ojos. Pensé: “güey, acabas de meterte a nadar con tiburones. TIBURONES. Una vez más por si no estás entendiendo lo que estás haciendo: T I B U R O N E S. ¿Qué carajos haces?” Estaba feliz. Llegó el segundo, el tercero, cinco, siete, once, quince, y llegó un punto en donde ya no podía llevar la cuenta.
A diferencia de lo que siempre creí, estos animales no hacen NADA y de hecho son súper pacíficos. Nadamos con ellos un buen rato y en ningún momento me sentí inseguro, ni atacado ni intimidado. Fue una experiencia fuera de este mundo. Ojalá algún día te animes.
Llegó Marene y manejamos hacia Cabo Pulmo, donde se supone que hay uno de los mejores buceos del mundo. Así que hubo buceo al día siguiente. No hay mucho más que hacer entonces leímos, descansamos y Marene hasta sacó a bailar a un puberto gringo a la mitad del restaurante porque perdió un reto.
Obviamente a Fer se le tenían que clavar espinas en el pie o algo.
No me fijé durante el viaje, pero ahorita que estoy volviendo a ver las fotos y acordándome de todo, me doy cuenta de que nos detuvimos a ver el atardecer todos los días. Sin falta.
Qué lindo.
Creo que juntarse con gente querida a ver el sol caer entra en mis cosas favoritas de la vida.
Nuestro último destino era conocer Cerralvo, también conocida como Isla Jacques Cousteau. Es todavía un territorio “salvaje” en donde no hay mucho. El plan falló pero nos fuimos a una playa desde donde podíamos verla.
Hubo snorkeleada y hubo explorada.
Volvimos a La Paz, donde empezó todo.
Para terminar, guardé las fotos que siento que mejor resumen el viaje y viajar en sí. Sin sonar demasiado cursi, este viaje representa lo que creo que busco en la vida hoy mismo:
- Estar con gente querida.
- Conocer lugares increíbles.
- Salir a la naturaleza.
- Vivir más cosas y tener más historias que contar.
Ya que lo leo sí está bien pinche cursi, pero es verdad. Y con estas fotos cierro:
Me gusta lo que he aprendido este verano viajando solo en México; que no hace falta irse tan lejos. En su momento estuve obsesionado con destinos “exóticos” y lejanos como Indonesia y Nepal, y sé que no es punto de comparación porque es muy diferente todo, pero mi país tiene un MONTÓN de cosas impresionantes y me da gusto estarlas aprovechando.
Si llegaste hasta aquí, te mando un abrazo virtual gigantezco.
Gracias por leerme, no me voy a cansar de decirlo.
Fon ?.