Mi madre me recuerda esto cada 28 de febrero:
“Cuando naciste, no lloraste. Traías una vuelta de cordón umbilical. Saliste y te quedaste viendo a tu alrededor.”
Hoy, a diferencia de 1992, escribí esto con los ojos inundados en lágrimas. Vi mi pantalla borrosa de principio a fin.
Es el cuarto año que hago esta dinámica. Me sirve para voltear atrás solo un segundo y poder seguir mirando hacia adelante con más ganas.
Te advierto que este post está muy existencial y te invito a que tomes lo que te guste y puedas aplicar en tu vida, porque sino este blog no sirve de nada.
Llevo varios años intentando enterrarme (y entenderme) en el piso de este mundo con tanta fuerza y por fin hoy puedo sentir que mis pies ya echaron raíz. Es una sensación bien linda porque me es más claro por qué estoy aquí y hacia dónde quiero ir.
Escuché este disco mientras escribía, por si lo quieres poner en lo que lees:
(Luego, cuando revisé el post por última vez puse esta canción y en el minuto 1:51 lloré una vez más.)
Venga, aquí van algunos aprendizajes de estos largos 28 años que tenido la fortuna de vivir:
- Quiero llevar una vida intencional. Después de rascar por doquier, hoy puedo ver que esto es lo que me importa, y que las demás cosas como mi profesión, mi ingreso, mis hobbies, mis amistades/relaciones, mis intereses, y cualquier cosa que venga, serán resultados de haber decidido eso primero. No sé si hace sentido. Hace unas semanas, en un curso de desarrollo personal, nos pidieron que escribiéramos una bucket list de cosas que queríamos hacer antes de morir. Algunas personas compartieron que querían llegar a X puesto en su trabajo, hacer X carrera deportiva, abrir X negocio, subir X montaña. Y yo no pude poner ni una sola cosa. No es que no tenga ambiciones ni que no hayan cosas que quiera hacer… sino que lo que me importa es que, haga lo que haga, si es con intención, entonces será lo que quiero hacer. ¿Me explico? Mientras me mantenga fiel a mí mismo, lo que decida estará increíble, y me hará sentido. No está tan fácil de expresar pero espero haberlo hecho bien. Por intención me refiero a que, cualquier cosa que haga, la quiero estar haciendo porque en realidad lo escogí y no porque la vida me puso ahí y yo simplemente me dejé llevar por la corriente.
Ahora que lo entiendo, toca vivirla con intención, y no solamente decirlo. Pronto tendré más noticias de cómo planeo hacerlo y un par de videos explicándolo, porque no está nada fácil. - Tengo tanta suerte. Este ha sido un punto constante desde hace varios años y todavía no puedo con él. Me sobrepasa. Puedo mover mis dedos, ¿sabes? Sé escribir. Puedo leer lo que escribo. Domino perfectamente que nací en un lugar en donde no tuve que hacer nada para recibir bendiciones a lo bestia, y no hay día que pase que no lo agradezca. Este mundo es tan injusto y tan surreal que de verdad no me cabe en la cabeza y me la carcome al mismo tiempo.
Va una historia rápida: la semana pasada, en un vuelo de trabajo me tocó al lado de una pareja que era de un pueblo por Tehuacán. Tenían alrededor de 55-60 años e iban a Los Ángeles a visitar a sus hijos. Le hice unas preguntas a la señora:
-¿A qué van a Los Ángeles?
-A visitar a nuestros hijos.
-Muy bien. ¿Qué andan haciendo por allá?
-Trabajando.
-¿En qué trabajan?
-Quién sabe.
-¿Cómo que no sabe?
-Solo sabemos que tienen trabajo.
-¿Hace cuánto que no ve a sus hijos, señora?
-Hace veinte años.
-¿¡QUÉ?!
-Hace veinte años. Se vinieron de mojados a Estados Unidos y no tienen papeles. Nosotros no teníamos tampoco pero por fin pudimos conseguir una visa y vamos a verlos. Ya tenemos nietos.
-…
No te puedo explicar a dónde se fue mi cabeza. Todo lo que pensé. Todo lo que sentí. Todo lo que se me revuelve en la panza hoy. Puaf. Creo que no entendemos el nivel de suerte que tenemos, en general. Y vale la pena detenernos tantito para ver qué podemos dar de vuelta. - Nunca me voy a disculpar por señalar una injusticia ni por luchar por lo que es correcto. Me he metido mucho en el activismo por los derechos de los animales y a diferencia de hace unos años –cuando pensaba que era una cuestión de compasión– hoy veo que es un tema de justicia. Así como ya no me quedaría callado si veo a una persona pegándole a otra, siendo racista con otra, bulleándola, abusándola, tampoco lo haré con los animales, por ejemplo. No planeo quedarme callado ni un segundo más, aunque incomode a mi familia, a mis amigos, a gente en la calle… Simplemente estoy haciendo lo que me gustaría que alguien más hiciera por mí. Lo que siento que todos merecemos. Mantenerme neutral es tomar el lado del opresor, y para mí ya no es una opción en ninguna circunstancia. Mucho tiempo me guardé cosas, decidí dejar pasar otras y en general normalicé la violencia de muchas maneras, pero no puedo dejar de hacerme la pregunta: “¿si veo algo que va en contra de todo lo que creo, y no hago nada al respecto, quién soy yo entonces?”
- Todas las personas de este mundo somos niños chiquitos, rotos de alguna manera, en cuerpos de adultos. Mientras más crezco más me doy cuenta de la complejidad de haber vivido estos años. De la suma de haber sido un niño, de no serlo ya, de todas las cosas que he visto y sentido, de todos los eventos de mi vida. De las cosas que me hicieron sonreír y llorar. Agrégale los genes de mis padres, de su relación, de sus abuelos, la historia familiar… Sin marearte, mi punto es que somos tantas cosas, que de repente salen a la superficie conductas, mañas, actitudes y formas de ser que son consecuencia de todo eso. He estado trabajando mucho en escarbar mi propia historia para poder entender lo más posible y dejar de cargar con cosas que no me corresponden a mí, por ejemplo. Haciendo esto me he dado cuenta de que todos tenemos nuestra historia, y por eso somos quienes somos hoy. No es como que de repente te vuelves un adulto y todo lo de tu pasado se resuelve automáticamente.
- Ser escéptico es lo más chafa. Hace poco me di cuenta de que en algún momento de mi vida asumí inconscientemente que ya sabía cómo debería de ser todo en esta vida. Ya había generado opiniones y mi posición sobre la religión, la monogamia, la sexualidad, la manera correcta de comer, las drogas, el aborto, la espiritualidad… todo. Esto pasó por condicionamientos de mi familia, amigos, escuela y el ambiente en el que crecí, pero en realidad no sabía nada. Hoy tengo un lema que es que “no no creo en nada”. Esto no significa que creo en todo, sino que ya no descarto cosas automáticamente solo por algo que me dijo alguien en algún momento; estoy dispuesto a escucharlo, probarlo y sacar una conclusión propia después. Tomar esta posición me ha hecho abrirme mucho más al mundo y dejarme sorprender por cosas que antes habría rechazado sin pensarlo, como por ejemplo la meditación, el veganismo, las plantas medicinales, la idea de tener o no tener hijos… un sinfín de situaciones y experiencias que me han forzado a echar a andar mi cerebro y pensar por mí mismo. Porque qué chafa ya saber todo, o cómo debe ser todo, ¿no? ¿Dónde está la emoción en eso?
Esta canción de Raul Seixas lo explica perfectamente, en portugués. Dice que él prefiere ser una metamorfosis ambulante (e ir creciendo y cambiando) que tener una opinión formada sobre todo. Dale una escuchada aquí o al final de los 10 puntos. - Ya no quiero tener síndrome del impostor/fraude. Me tardé muchos años en darme cuenta que tenía esta y otras inseguridades muy marcadas. Si no sabes qué es ese síndrome pícale aquí. “¿Quién soy yo para tener un blog?” “¿Por qué me leería la gente?” “A nadie le van a importar mis videos.” “Ya existen miles de personas que hacen fotos y videos, ¿como por qué verían los míos habiendo tantos otros?” Todo esto pasaba y sigue pasando por mi cabeza desde que tengo memoria, y me ha frenado mucho de alzar la voz y sacar mi trabajo al mundo. Creo que esta es una de las razones por las que no he podido lanzar mi primer documental (y lo terminé de grabar hace dos años), o por la que llevo posponiendo hacer más videos o pasan meses sin que haga algún proyecto personal y solo me dedique a mis trabajos con clientes. Siempre tuve un gusanito diciéndome que me pusiera las pilas e hiciera todas estas cosas sin pensarlo, porque me traerían felicidad a mí y encima le ayudaría a alguien, y en algunos momentos lo hice con mucha seguridad, pero luego llega la vida y esto me abrumaba otra vez. He trabajado en esto bastante y llegué a la conclusión de que esta mentalidad no me va a llevar a ningún lado. Es más fácil decirlo que hacerlo, créeme, pero las veces que he tenido pantalones de decir y crear algo, siempre ha salido bien. Y aunque no hubiera salido bien, lo importante es sacarlo, hacerlo, porque es lo que me hace feliz a mí. Si encima le hace bien a alguien más, pues increíble, y la gran mayoría de las cosas que hago o por trabajo o por gusto son para intentar crear un bien común.
- Hay que hacerle caso a la tripa. A lo largo de estos años me encontrado en momentos en los que me estoy dirigiendo a/quedándome en un lugar, trabajo, relación, decisión importante, aunque sé que no quiero ir para allá. Estoy consciente de eso pero no hago nada por frenarme y sigo. Pero mi estómago siempre me avisa cuando algo no anda bien. Me dice “por aquí no es” o “este trabajo no es lo que tú quieres hacer” o “espérate tantito”, y casi siempre le atina. La intuición es algo que podemos usar a nuestro favor para cosas positivas también, y hacernos caso a nosotros mismos para que no pase lo del punto 9. Muchas veces queremos ser completamente analíticos y racionales cuando, de alguna manera muy loca, nuestro gut ya sabe qué onda.
- Quiero llevar mi propia vida. Entendiendo que solo tengo una vida, va muy de la mano con lo que dije en el punto 1, la consecuencia del 6 y nunca acceder al 9.
Veo mi vida como ir en una canoa:
-Estoy en una corriente que me puede llevar por un canal pre-definido y que probablemente me vaya bien.
-Es un canal en el que tal vez estén mis amigos y mis familiares, las personas que conozco en mi círculo social.
-Puedo quedarme cómodamente y no preguntarme hacia dónde va por miedo a perderme.
-Pero también me da miedo no explorar los otros canales.
-Sé que puedo tomar un remo y girar hacia la derecha.
-O a la izquierda. Aunque nadie que yo conozca venga conmigo.
-Aunque no conozca a nadie que haya remado por ese otro.
-Pienso que esta es mi vida. No la de nadie más. Y yo iré a donde yo quiera remar. - Lo peor que podemos hacernos es traicionarnos a nosotros mismos. Todos estamos aquí por algo. Tenemos algo que darle al mundo y lo encontraremos tarde o temprano. Ahora, sabiendo que queremos llevar nuestra propia vida, entonces no tendríamos por qué dejar de hacer lo que a nosotros nos llama, ¿cierto? Lo entienda o no la gente, sea algo común o no… sabemos bien hacia dónde queremos ir y lo haremos porque queremos ser quienes nosotros queremos ser. En el momento en el que renunciamos a esto, no solo nos traicionamos a nosotros mismos, sino al mundo. No dejo de pensarlo y creo que esto cambia todo, ya no lo puedo no-ver, ¿sabes? Me ha costado llegar a este punto en el que me quiero mucho y estoy orgulloso de mí mismo por haberme mantenido fiel estos últimos años, sobre todo, y mi auto-fidelidad me parece de los actos de amor más grandes que me puedo dar a mí mismo.
- Me voy a morir. Este es muy obvio. Lo ÚNICO que sabemos es que nada es permanente y si realmente entendiéramos esto, aprovecharíamos mucho más el tiempo que tenemos. Porque, si entendemos esto, también entenderíamos que no sabemos cuánto tiempo tenemos, ¿me explico? Todo se podría acabar ahorita mismo, en lo que lees el punto 9, en un mes, en siete años, nadie sabe. Creo que se nos olvida esto, y entramos en un modo de vida que tal vez no sería lo que escogeríamos conscientemente si nos dieran una oportunidad así tal cual. Me hace pensar que a veces tenemos una manera muy rara de estar en este mundo.
Te dije que este post estaba muy existencial, ni me vengas con que no te advertí.
Así como me tocó nacer hace 28 años y unas cuantas horas, me tocará morir, y eso hace todo mucho más lindo.
Todo está un poco regado en este escrito, pero son algunas cosas que he estado pensando este último año, y no sirve de nada que las guarde en un cajón, así que te las comparto por si te sirve de algo.
Antes de despedirme te pongo este diálogo de una de mis series favoritas que resume bastante de lo que creo hoy en día y de lo que quiero en mi vida. Sobre todo la parte que dice “when you know nothing matters… the universe is yours.“
Creo que lo mejor de todos estos aprendizajes es darme cuenta de que ya que eché raíz, ahora empieza el crecimiento. Apenas cumpliendo los 27 años me detuve un segundo a pensar y a hacerme preguntas como “¿Cuántos de estos 27 años REALMENTE los he vivido conscientemente y como yo he querido? ¿Desde que me gradúe de prepa? ¿Desde que entré a la universidad?” Y la respuesta fue ‘ninguno’. Pero ahora ya lo sé, y solo es cuestión de ir hacia allá.
Leí en The Hidden Life of Trees que los árboles se comparten nutrientes entre ellos –aunque no sean de familias directas– para crecer todos parejos; si no crece el de al lado, yo tampoco. Y de la misma manera, yo no quiero crecer solo en un bosque. Si yo crezco quiero que la gente que me rodea, y hasta la que no puedo ver (como tú en este momento) también lo haga.
Creo que por eso estoy aquí. Quiero seguir compartiendo cosas y ahora hacerlo mejor con otros formatos como videos, series de fotos. Haré más este año. Será siempre con intención, y eso lo hace mucho más especial.
Muchas razones para celebrar hoy y siempre.
Si te quieres echar las de los años pasados aquí van:
25 cosas que he aprendido en 25 años
30 cosas que quiero celebrar a los 26
27 cosas que he aprendido en 27 años
Gracias por estar acá, por leerme y celebrar esta vida conmigo. Yo seguiré observando a mi alrededor, como lo hice al nacer, tenlo por asegurado.
Te mando un fuerte abrazo desde Australia.
Fon ?
P.S: Otro abrazo fuerte a ustedes, mamá, papá, hermana, Sofía y mi Nish, que sé que me leen de repente. Gracias por acompañarme en esta vida. Me los llevo a todas las siguientes.